lunes, 16 de mayo de 2011

CRISIS AMBIENTAL Y CAPITALISMO

La crisis ambiental contemporánea ha obligado a las ciencias sociales a una puesta al día. En economía pueden encontrarse 3 grandes corrientes: la economía ambiental, que es la visión neoclásica y keynesiana; la economía ecológica, que busca utilizar las leyes de la termodinámica como criterios orientadores de la organización económica; y la economía marxista, que subordina la relación sociedad/naturaleza a las contradicciones productivas al interior de la sociedad humana.

En esta breve comunicación presentaremos el análisis del capitalismo desde el punto de vista de la teoría economía marxista leninista, para explicar y dar a comprender las causas y tendencias del comportamiento del ser humano con la naturaleza y su efecto en la depredación de los recursos naturales del planeta.

Si bien las otras dos grandes corrientes critican al marxismo por no tener una explicación desde el punto de vista ecológico para explicar la problemática ambiental actual, por otro lado el marxismo basa su explicación de la destrucción del planeta en la producción mercantilista que es el punto de partida para el análisis de la crisis ambiental contemporánea.

Mientras la producción pre capitalista de valores de uso tiene su límite en la satisfacción de las necesidades; la producción mercantil para incrementar la ganancia no tiene límite alguno. Esta diferencia, tan sencilla y general, está en la base del agotamiento de los recursos naturales a un ritmo nunca sospechado en la historia de la humanidad; y también de la generación de desechos (polución) en una medida ilimitada. Pero la producción capitalista es una modalidad de producción mercantil con leyes  entre sociedad y ambiente.

[1]Primero, las leyes más generales que se derivan del movimiento del capital. Tanto la tendencia al incremento de la rotación del capital para aumentar la ganancia, como la tendencia al abaratamiento del capital constante, constituyen la explicación más contundente del avance del capital sobre espacios y materiales de la naturaleza no mercantilizados a ritmos crecientes.

Segundo, el papel del suelo como barrera a la inversión de capital, y su explotación capitalista y propiedad, como medios de sustracción de una parte del plus valor global generado bajo la forma de renta, explican por un lado, la tendencia a la privatización y mercantilización de la naturaleza. Por otro, la depredación de los recursos naturales para lograr ganancias extraordinarias (renta diferencial).

[2]Tercero, el efecto de la producción capitalista sobre las clases trabajadoras. Por un lado, mostrando que el sistema capitalista es el único que impulsado por la expansión mercantil, no soporta otros modos de producción a su alrededor, y con ello, tiende a la destrucción de la diversidad cultural. Por otro, al convertir a la fuerza de trabajo en mercancía, la sujeta al crecimiento de la composición orgánica del capital y a los vaivenes de la oferta y la demanda, generando despilfarro de trabajo humano en la forma de desempleo, miseria, y enfermedades. Y, mediante la división clasista del trabajo, limita las posibilidades de la creatividad humana.

Cuarto, los efectos globales de la dinámica capitalista se expresan en recurrentes crisis y guerras, que son la expresión más clara del desperdicio de recursos materiales y humanos.

El proceso globalizador, diagnosticado por Marx, en el siglo XIX, es en lo esencial un resultado del desarrollo de las fuerzas materiales y espirituales del hombre pero también es causante de la extrema pobreza, hambre, marginación, insalubridad y miseria en que viven sumidos los pueblos del Tercer Mundo y por tanto de la crisis económica que hoy extrémese los cimientos de este sistema de producción.

Quisiera detenerme un momento para explicar y tratar de demostrar con hechos muy dicentes, los planteamientos de las teorías marxista lanista sobre la problemática ambiental originada por el modo de producción capitalista.

En el libro “imperialismo la última etapa del capitalismo”, el marxismo leninismo demuestra la verdadera intención y carácter que tiene el capitalismo con su fase imperialista. El imperialismo estadounidense necesita urgentemente controlar los recursos petrolíferos de la zona del Golfo Pérsico, que poseen alrededor de las dos terceras partes de las reservas energéticas mundiales.

[3]Controlar una buena cuota de producción petrolífera es controlar un inmenso mercado sediento del crudo. En el mundo se consumen más de 85 millones de barriles diarios equivalentes a 8.500.000.000 millones de dólares al día. El transporte, por ejemplo, elemento decisivo en el funcionamiento de la economía, sin el cual es impensable el traslado de mercancías y mano de obra, extrae del petróleo el 90% de la energía total consumida. El funcionamiento de gran parte de las fábricas, la producción de plásticos y componentes de un sin fin de mercancías dependen de él.

Ante esta realidad, hoy día, la dominación estadounidense en el Siglo XXI, trata de sustentarse en una estrategia de dos vías, que define la política de Estados Unidos hacia buena parte del planeta. Un brazo de esa estrategia es asegurarse más petróleo del resto del mundo, que apunta a la solución del problema energético del país del norte; el otro brazo es refinar la capacidad de intervenir, inclusive utilizando la vía militar, en cualquier país en busca de hidrocarburos y otras reservas energéticas como el carbón o el gas natural. Se han contraído, empujando al alza los precios de la gasolina en Estados Unidos. Por ello, al asumir el cargo a principios de 2001, la prioridad fundamental de la política del expresidente George W. Bush no era evitar precisamente el terrorismo o frenar la diseminación de armas de destrucción masiva.

[4]Después de los ataques del 11 de septiembre al Centro de Comercio Mundial y el Pentágono, la prioridad del gobierno de Bush, continuaba siendo incrementar el flujo de petróleo enviado por los abastecedores extranjeros al mercado estadounidense. Hay que resaltar que durante los meses anteriores al presidente Bush, Estados Unidos había experimentado severas insuficiencias de crudo y gas natural en ciertos lugares del país, además de apagones periódicos en California. La crisis energética de Estados Unidos en ese momento fue tan grave, que aumentó la importación de crudo, hasta representar más del 50% del consumo total, lo que provocó honda preocupación sobre la seguridad nacional. Bush recalcó entonces que enfrentar “la crisis de energía” de la nación era su tarea más importante como presidente. En este sentido, Bush y sus asesores consideraron que el abastecimiento de petróleo era esencial para la salud y rentabilidad de las principales industrias estadounidenses. El argumento era que cualquier escasez energética tendría negativas repercusiones económicas en sectores líderes entre ellos, la industria automotriz, la aeronáutica, la construcción, la petroquímica, la agricultura y el transporte de bienes. Bush y sus asesores consideraron, por lo tanto, que el petróleo era especialmente crucial para la economía porque el petróleo era -y sigue siendo- la mayor fuente de energía de este país. También consideraron el peligro que se cernía sobre el imperio por no contar con suficientes recursos energéticos propios. Esta escasez de energía petrolera ponía en grave peligro la seguridad nacional de Estados Unidos; el petróleo es el propulsor de las construcciones de tanques, aviones, helicópteros y barcos, columna vertebral de la maquinaria de guerra y terror estadounidense.

Esto es una demostración del papel que juega el imperialismo norteamericano en la depredación y contaminación de la naturaleza. La dependencia de este mundo, del petróleo como fuente energética es evidente, a pesar de existir otras alternativas energéticas probadas para producir suficiente energía que muevan las economías de los países del planeta. El petróleo es un recurso no renovable que produce contaminación producto de la liberación accidental o intencionada en el ambiente, provocando efectos adversos sobre el hombre o sobre el ambiente, directa o indirectamente.

La contaminación involucra todas las operaciones relacionadas con la explotación y transporte de hidrocarburos, que conducen inevitablemente al deterioro gradual del ambiente. Afecta en forma directa al suelo, agua, aire, y a la fauna y la flora. Este tipo de comportamiento promovido por las grandes potencias mundiales, China, Estados Unidos, Rusia, y la Unión Europea las cuales pretenden apoderarse a toda costa de las grandes reservas petrolíferas del planeta, ha desencadenado guerras en la última década en donde han fallecido cientos de miles de persona y donde a lo mejor se han utilizados armas de destrucción masiva nocivas para el ecosistema de las regiones donde se producen o se aplican este tipo de armas.

Por otro lado en América del sur, especialmente nuestro país en donde se vive otro conflicto armado que tiene alrededor de 5 décadas, se presenta un problema ambiental derivado de este. Antes que una estrategia antinarcóticos, las fumigaciones fungen en Colombia como una estrategia contrainsurgente, no se fumiga tanto la coca por el hecho de ser la materia prima de la cocaína sino por el hecho de que las guerrillas están detrás de los cultivos.

[5]El Gobierno colombiano utiliza las fumigaciones como un arma para acabar con las FARC sin tener en cuenta que el uso de esta arma genera una catástrofe ambiental, además de crisis sociales, económicas y humanitarias en las regiones en donde se aplica. ¿Está permitido aplicar la fumigación como arma de guerra? ¿No violan las fumigaciones para la guerra los principios básicos del Derecho Internacional Humanitario por su impacto sobre el ambiente y sobre los humanos?
Además, en Colombia existen sobradas evidencias de que las fumigaciones no están acabando con las FARC, están acabando en cambio con las comunidades rurales y los ecosistemas en donde éstas habitan.

Veamos ahora la reflexión que hace Al Gore en el video sobre el cambio climático.
Resulta acertado en algunos apartes, muestra magistralmente aspectos de las consecuencias originadas por el calentamiento global, como el deshielo de los casquetes polares, las extremas temperaturas en los Estados Unidos y Europa en los meses correspondientes a la temporada invernal, para esto utiliza información documentada de científicos expertos en el calentamiento global. Además Al Gore  aconseja 14 soluciones para reducir el cambio climático en un tiempo muy corto, logrando con esto llegar a los niveles de dióxido de carbono en la atmosfera de los años 70. 

Al Gore lo podemos identificar como un economista ecológico ya que adopta posturas muy críticas con respecto al crecimiento económico, los métodos e instrumentos de la economía tradicional, lo cual evidencia su contraste con los economistas que actualmente administran su país. Sin embargo estas soluciones planteadas por el señor Al Gore no terminan por acabar con el problema de depredación por parte del hombre al planeta tierra, aunque si ayudarían de manera importante a la reducción de emisiones de gases de invernadero.

Para entrar en una conclusión sobre la problemática ambiental, la causa principal radica en la contradicción que existe entre capitalismo y ecología. Un análisis incluso superficial entre ecología y capitalismo identifica una contradicción básica. Donde impera la práctica capitalista se envía al exilio o al limbo la preocupación ecológica. Ecología y capitalismo se niegan frontalmente. No hay acuerdo posible. Si, a pesar de ello, la lógica del capital asume el discurso ecológico o es para obtener lucro, o para espiritualizarlo y así vaciarlo, o simplemente para imposibilitarlo, y por tanto, para destruirlo. El capitalismo no sólo quiere dominar la naturaleza, sino arrancar todo de ella, depredarla.

[6]Hoy por hoy la unificación del espacio económico mundial en los moldes capitalistas, el saqueo sistemático del proceso industrial contra la naturaleza y contra la humanidad, hace al capitalismo claramente incompatible con la vida. Se plantea así una bifurcación: “o el capitalismo triunfa al ocupar todos los espacios como pretende, y entonces acaba con la ecología y pone en riesgo el sistema-Tierra, o triunfa la ecología y destruye al capitalismo, o lo somete a tales transformaciones y reconversiones que no pueda ya ser reconocible como tal”.

Esta vez no va a haber un arca de Noé que nos salve a algunos y deje perecer a los demás, o nos salvamos todos o pereceremos todos. 

Efectivamente, la humanidad se encuentra ante una situación inaudita. Debe decidir si quiere continuar viviendo, o si prefiere su propia autodestrucción. Por primera vez en el proceso conocido como hominización, el ser humano se ha dado a sí mismo los instrumentos de su propia destrucción. De ahora en adelante la existencia de la biosfera estará a merced de la decisión humana. Para continuar viviendo el ser humano deberá quererlo positivamente. Los indicadores son alarmantes. Dejan poco margen de tiempo para los cambios necesarios. Estimaciones optimistas establecen la fecha límite del año 2030-2034. A partir de ahí, si no se toman medidas urgentes y eficaces, la sostenibilidad de sistema-Tierra, ya no estará garantizada. Por lo tanto, si el capitalismo desea avanzar en la resolución de la problemática actual debe dar respuesta a estos nudos problemáticos creados por el orden del capital, que deben ser desatados: el nudo de la extinción de los recursos; el de la sostenibilidad de la Tierra; y el de la injusticia social mundial.

El nudo de la extinción de los recursos: cada día desaparecen para siempre 10 especies de seres vivos. Desde la época de la desaparición de los dinosaurios, 65 millones de años atrás, nunca se ha visto un exterminio tan rápido. Con esos seres vivos desaparece para siempre una biblioteca de conocimientos que la naturaleza sabiamente había acumulado. A partir de 1972 la desertificación en el mundo creció igual al tamaño de todas las tierras cultivadas de China y de Nigeria juntas. Se perdieron cerca de 480 millones de toneladas de suelo fértil, una superficie equivalente a las tierras cultivables de India y Francia juntas. El 65% de las tierras que un día fueron cultivables, hoy ya no lo son. La mitad de las selvas existentes en el mundo en 1950 han sido tumbadas. Sólo en los últimos 30 años han sido derribados 600 mil km2 de selva amazónica brasileña, el equivalente a la Alemania unida, o a dos veces el Zaire.

Las inmensas reservas naturales de agua, formadas a lo largo de millones y millones de años, en este siglo pasado han sido sistemáticamente bombeados y están próximos a agotarse. El agua potable ya es uno de los recursos naturales más escasos, pues solamente el 0’7% de toda el agua dulce es accesible al uso humano. Va a haber guerras por las fuentes de agua potable. Tras este proceso de pillaje, se oculta una imagen reduccionista de la Tierra. Es vista sólo como un almacén muerto de recursos a explotar. No es respetada en su alteridad y autonomía ni se le reconoce ninguna sacralidad. Mucho menos todavía es amada como un súper organismo vivo, la Gran Madre de los antiguos, la Pacha Mama de nuestros indígenas y la Gaia de los cosmólogos.

Ante las propuestas del señor Al Gore, planteo las siguientes para la solución del problema climático en el planeta: Superar la enfermedad del capitalismo con la solidaridad, la cooperación y las interdependencias asumidas, pues ellas garantizaran el futuro de la Tierra. y por ende nuestro futuro.

Además de haber sido en el pasado, suicidas, homicidas y etnocidas[7], ahora comenzamos a ser ecocidas[8]. El capitalismo ¿nos llevará a ser, pronto, también genocidas[9]? Pero una esperanza nos acompaña: en su historia, la Tierra pasó por cerca de 15 grandes exterminios, siempre salió con más energía y biodiversidad. Ahora no será diferente.

El de la sostenibilidad de la Tierra. ¿Cuánta agresión aguanta la Tierra sin desestructurarse? Las 60 mil armas nucleares construidas, si explotaran podrían causar un invierno nuclear. Las finas partículas del humo de los grandes incendios por ellas producidas, junto con los elementos radioactivos inyectados en la atmósfera, oscurecerían y enfriarían la Tierra de forma más intensa que en las eras glaciales del pleistoceno. Habría un colapso de la humanidad y de todo el sistema de vida, consecuencias perversas siempre descuidadas por las potencias militaristas.

Otra amenaza importante es representada por el calentamiento creciente de la Tierra. Es el así llamado efecto invernadero. La quema de petróleo, de carbón y de las selvas, libera el dióxido de carbono que calienta la atmósfera. En el último siglo la temperatura de la tierra ha aumentado entre 0’3 y 0’6† C. Para los próximos 100 años se calcula un aumento de entre 1’5† a 5’5† C. Tales cambios provocarán desastres descomunales, como sequías y deshielo de los cascotes polares. Las inundaciones de las costas marítimas, donde vive el 60% de la población mundial, causarían millones de víctimas. ¿Qué capacidad tiene la tierra frente a tantas agresiones producidas primordialmente por el modo de producción capitalista? Se teme que el efecto acumulativo de las agresiones llegue a un punto crítico tal que quiebre el equilibro físico-químico-biológico de la Tierra.

El nudo de la injusticia social mundial. Pasemos a la ecología social: ¿Cuánta injusticia y violencia aguanta el espíritu humano? Es injusto y sin piedad que, en el actual orden del capital mundializado, el 20% de la humanidad detente el 83% de los medios de vida (en 1970 era el 70%) y el 20% más pobre tiene que contentarse con sólo 1’4% (en 1960 era 2’3%) de los recursos. Este cataclismo social no es inocente ni natural.

Es resultado directo de un tipo de desarrollo que no mide las consecuencias sobre la naturaleza y sobre las relaciones sociales. Por eso constituye una trampa del sistema capitalista el llamado «desarrollo sostenible», que evidencia una contradicción en su mismo nombre. La categoría «desarrollo» está tomada del área de la economía capitalista. El desarrollo capitalista (deberíamos decir el crecimiento) es profundamente desigual: crea acumulación apropiada por unos pocos a costa de la explotación y del perjuicio de las grandes mayorías. Ese crecimiento pretende ser lineal y siempre creciente.

La categoría «sostenibilidad» proviene de otro ámbito: de la biología y la ecología. Significa capacidad que un ecosistema tiene de incluir a todos, de mantener un equilibrio dinámico que permita la subsistencia de la mayor biodiversidad posible, sin explotar ni excluir. Como se ve, sostenibilidad y desarrollo capitalista se niegan mutuamente; no combinan los intereses de la producción humana con los intereses de la conservación ecológica; al contrario, se niegan y destruyen. Lo que se necesita es una sociedad sostenible que se dé a sí un desarrollo que satisfaga las necesidades de todos, y del entorno biótico. Que el planeta sea sostenible y pueda mantener su equilibrio dinámico, rehacer sus pérdidas y mantenerse abierto a ulteriores formas de desarrollo.


[1] Carlos Marx. El capital. Plusvalía
[2] Marx C. Fundamentos de la Crítica de la Economía Política. Tomo 1, Editora Política, La Habana,1965,
[3] Santi Ramírez, capitalismo y ecología, ensayo en revista rebelión, 20 08 2008
[4] Santi Ramírez, capitalismo y ecología, ensayo en revista rebelión, 20 08 2008
[5] Colombia droga, ensayo fumigaciones e insurgencia. Mayo 6 del 2010
[6] Leonardo Boff, ensayo sobre la contradicción entre capitalismo y ecología, Jueves 3 de agosto de 2006
[7] Etnocidio es la destrucción de la cultura de un pueblo. Este concepto fue expuesto por Robert Haulin, quien partió de la denuncia del genocidio cultural, que hizo Jean Malaurie en 1968, para referirse a la liquidación de las culturas indígenas.
 [8] Eecocidio se define como deterioro del medio ambiente y los recursos naturales como consecuencia de la acción directa o indirecta del hombre sobre los ecosistemas.
[9] El genocidio es un delito internacional clasificado dentro del género crímenes contra la humanidad.

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